Lo que guardamos
Cada abrazo queda apretado en el pasado.
Que mientras más se da, menos queda.
Que los te quiero vencen con los te amo y por repetirse se vuelven verso.
Es la idea de que el fuego grande todo lo quema, pero cuando nada queda, no existe el fuego.
Será que las fotos se hacen para silenciarle al tiempo los sentimientos.
Que el camino cansa de tanta energía con la que se quiso ser caminado.
Tendrá el aliento lento la chance de al fin detenerse, tantas veces, que se pudre.
Que el deseo se agita tanto que de vez en cuando abandona la partida y se hace ida.
Será la ilusión que nace de la imaginación la que nos vuelve loco, y nos destruye cuando alguien huye.
Es la puerta que se abre la misma que se cierra aunque uno no quiera y te aprieta el alma.
Va la vida al mismo lugar universal y vendrán simientes del vientre mientras queda en olvido lo que una vez nos prohibimos.
Será el silencio el mismo lamento que de viejos nos robe los momentos jamás vividos.
El cariño intenso a la larga cansa como el agua de la lluvia que después de la sequía nunca para.
Es la pulsera de plata que vistió la muñeca una reliquia amarga que se opaca guardada.
Son las promesas de hijos nacidos que llorando no existieron.
Son las risas ecos que retumban secos entre las paredes del dolor que causa la vibración de otro amor.
Es la indiferencia lo que le da coherencia a sentir el abandono cuando uno más extraña.
Es todo lo que uno amó.
Lo que guardó.
Y no vale nada.
Es todo.
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